Francia apura una de las campañas electorales más intensas de su historia
EFE | TOULOUSE/MADRID
Nada está decidido. La incertidumbre se mantiene a dos días de la primera ronda de las elecciones presidenciales francesas, con el conservador Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolène Royal en cabeza de los sondeos, pero sin poder descartarse una sorpresa por la volatilidad del electorado y el elevado número de indecisos.
El candidato conservador sigue en cabeza de las encuestas con entre un 27 y un 30% de las intenciones de voto, mientras que la socialista Royal oscila entre un 22,5 y un 26%, pero algunos sondeos le atribuyen un avance y otros un retroceso.
Bayrou, de la UDF, está entre un 15 y un 20% de las intenciones de voto, pero apenas un 40% está seguro de votar por él, frente al 70% que sí lo están por Royal y Sarkozy. Le Pen, por su parte, se situaría entre un 13 y un 16%.
La amenaza viene por el centro
Una de las principales incógnitas de esta cita con las urnas es si el centrista François Bayrou, la gran sorpresa de la campaña, puede auparse a la segunda y definitiva ronda del próximo 6 de mayo, que designará al sucesor de Jacques Chirac en el Elíseo.
Si bien no se cree que el ultraderechista Jean-Marie Le Pen pueda superar la criba del domingo, su éxito, que los sondeos no habían vaticinado en la primera vuelta de las Presidenciales de 2002, ha escarmentado a los expertos, que no se atreven aún a excluirlo.
Estos cuatro candidatos así como los otros ocho postulantes ultraminoritarios tienen hasta la medianoche hora local (22.00 GMT) para movilizar a sus electorados y convencer a los indecisos.
A partir de esa hora quedarán prohibidos los actos de campaña así como la publicación de sondeos, que tanto han marcado esta campaña, hasta el cierre de los últimos colegios electorales el domingo a las 20.00 locales (18.00 GMT), aunque en los territorios galos de las Américas y la Polinesia se vota mañana.
Se cierra así una campaña, muy larga, que ha suscitado entre los franceses un interés parecido a la de 1981, que llevó al socialista François Mitterrand al Elíseo, pero también muy desconcertante, en la que nadie ha podido imponer un tema.
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