El rey dinamitó las excusas
El borbón Juan Carlos no sólo se hizo cargo del alojamiento de los ministros de la Argentina y Uruguay que volaron a Madrid para hablar de las papeleras. Además, los citó a comer en un palacio y organizó todo para que la foto recorriera el mundo.
Por sobre otro módico resultado de la cumbre, ese gesto político permitió abrir una rendija de esperanza en un conflicto que dos países vecinos dejaron crecer hasta el absurdo.
El rey, experto en sutilezas, puso la cara y barrió las especulaciones pesimistas que comentaban argentinos y uruguayos antes de subirse al avión: ya no existe el miedo de que España los hubiera convocado sólo para salvar el compromiso y dejarlos en adelante que se arreglaran entre ellos. España quiere una solución y la va a impulsar. Quedó claro. El facilitador Juan Antonio Yáñez la tuvo bien difícil estos seis meses, y en su ping-pong sobre el Río de la Plata habrá maldecido su suerte más de una vez.
Pero la paciencia tibetana de Yáñez ya logró deslizar en la agenda una palabra prohibida por los uruguayos. La próxima reunión, en un mes y casi seguramente en Nueva York, no será otra cosa que una negociación política, por más que sigan los piquetes en las rutas fronterizas y que Tabaré Vázquez tenga que repetir para la tribuna que su país no negocia con los puentes cortados.
Los tres días en los palacios madrileños fueron apenas sesiones de ablande, aunque cargadas de mensajes políticos. Ninguno de los países podrá ya ningunear la gestión española, como parecía ocurrir al principio, sobre todo en Montevideo. Incluso Botnia y Finlandia prestarán una atención diferente.
Otra certeza: los dos asumieron ante España discutir a "agenda abierta". El eufemismo significa que el gobierno de Néstor Kirchner tendrá que explicar cómo va a levantar los cortes de rutas y los orientales no podrán eludir que les pregunten por qué se aprobó la construcción de Botnia sin cumplir los mecanismos de consulta que impone el Estatuto del Río Uruguay.
Los cuatro puntos del comunicado final de Madrid conforman las reglas para negociar. Puede sonar a poco, pero parece una enormidad cuando se recuerda que hacía 13 meses que el diálogo estaba cortado y hasta el lugar común de la hermandad rioplatense se resqubrajaba entre el rencor y la desconfianza.
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La mesa de Nueva York será como La Haya pero en clave política, sintetizó una fuente diplomática familiarizada con el conflicto. La política suele ser más rápida que la Justicia, se supone. Habrá que esperar reproches y quejas, pero también pedidos de información concreta sobre la eventual contaminación de la fábrica y propuestas sobre posibles soluciones.
Que no habrá relocalización de Botnia es casi un hecho. Podrá prosperar la idea (aún embrionaria) de crear una zona de máxima protección ecológica, el plan de colocar un ducto que aleje de Gualeguaychú las aguas devueltas por la pastera o la posibilidad de mover una parte de la planta. "La solución tendrá que ser un mix ", suele decir, realista, el canciller Jorge Taiana.
En las dos orillas la cautela, hasta el pesimismo, aparece como un reflejo condicionado. Ya se acercaron muchas veces a acuerdos que estallaron en pedazos al rato de ser anunciados.
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