Kirchner analiza un "plan B" por si Macri triunfa en la Capital

La candidatura presidencial de Cristina Kirchner sigue siendo el principal proyecto político de Néstor Kirchner. Sin embargo, el Presidente encuentra en estas horas cada vez más limitaciones a ese sueño nepotista. Hasta tal punto que está dispuesto a revisarlo. Es decir, a reponer su propio nombre en la fórmula del Gobierno para las elecciones de octubre. El dueño de la candidatura de Cristina es hoy Mauricio Macri. Un triunfo contundente de éste en la Capital podría recrear el clima crítico que hubo tras la derrota del oficialismo en Misiones, en octubre pasado. Sólo que ahora el fenómeno se registraría en la ciudad de Buenos Aires, el gran laboratorio donde procesan sus preferencias y criterios los sectores medios de todo el país.

Los principales operadores presidenciales están hoy pendientes del "riesgo Cristina". Cuando a los encuestados se les ofrece la pingüina en vez del pingüino la indecisión sube 10 puntos porcentuales. Problemas con el electorado urbano, que se verifican en la alta imagen negativa que afecta a la senadora entre los vecinos metropolitanos. Una manifestación contundente de disgusto en la Capital en los próximos comicios potenciaría ese peligro que hoy introduce la candidatura de la primera dama en los proyectos oficialistas.

Tal vez Kirchner no encuentre el modo de despejar la incógnita. Al contrario, la agiganta. Sólo un Presidente que ya se resignó a la derrota contamina la campaña de sus candidatos porteños instalando en la agenda periodística sus propensiones a manipular la Justicia y a agredir a la prensa. Sobre todo cuando se sospecha que esas embestidas están destinadas a desalentar investigaciones sobre casos de corrupción en el seno de la administración.

No debería sorprender, entonces, que Daniel Filmus haya vuelto en las últimas horas sobre los pasos que con tanta dificultad le había hecho dar Alberto Fernández, su padrino. El problema para el Gobierno es que hoy está más condenado que antes a la candidatura del ministro de Educación. Sobre todo si Jorge Telerman insiste en sellar un acuerdo con ARI de Elisa Carrió llevando a Enrique Olivera como vicejefe de gobierno. Esa asociación, aún larvada, acaso consiga garantizarle al jefe de gobierno el pase a la segunda vuelta del 24 de junio, que todos ven como inevitable. Pero el auxilio recibido de Carrió en el primer turno del ballottage le alejaría a Telerman el apoyo de Kirchner en el segundo. Nadie imagina al santacruceño como aliado transitivo de una diputada que caracterizó a Julio De Vido como el cajero del Gobierno. En otras palabras: es posible que si la opción es Macri o Telerman la Casa Rosada elija en junio abstenerse, ya que el juego quedaría reducido a figuras de la oposición.

Para alejar esta posibilidad, que amenaza con excluir al Gobierno de la escena porteña, el jefe de Gabinete despliega una política de recursos humanos que en un contexto menos ajustado resultaría disparatada. Al ministro de Salud de la Nación le quitaron las charreteras y lo convirtieron en legislador local. Lo que revela un excesivo aprecio por esa posición o un inquietante desdén por la salud de la población. En rigor, la candidatura de Ginés González García fue una imposición del PJ porteño a Fernández: hasta su amigo el ministro de Justicia, Alberto Iribarne, le reprochó que lo único seguro que hay en su estrategia es el regreso de Aníbal Ibarra a la Legislatura. El jefe de Gabinete se allanó al planteo y, después de examinar las candidaturas de Susana Rinaldi y Teresa Parodi, consiguió liberar de sus responsabilidades a González García, quien se lanzó a la arena envuelto en la bandera de la despenalización del aborto. Todavía es temprano para saber si con estas operaciones el oficialismo consigue salvar a sus tropas en las arenas movedizas de la ciudad autónoma. Por ahora se acumula información sobre Macri, datos acerca de la administración de Boca y de las empresas de su padre que aporta a la Jefatura de Gabinete el sindicalista Roberto Digón. Es posible que esas carpetas se conviertan en la materia de algún ataque.

Conviene seguir examinando las hipótesis que, en este contexto, inundan la cabeza de Kirchner. Si el clima adverso que puede haber en la Capital imprime una orientación a la campaña nacional, será hora de relanzar su propia postulación. Varios gobernadores están intrigados porque en sus últimas visitas al Presidente ya no le escuchan decir "me estoy yendo", como se ufanaba hace un par de meses. ¿Qué hacer con la figura de Cristina si se la retira de la escena nacional? He aquí un acertijo para Daniel Scioli. Porque el "plan B" de Kirchner incluye derivar a su esposa a la candidatura a gobernador bonaerense.

De manera involuntaria, Scioli hizo mucho en los últimos días para que su figura volviera a resultar irritante en la alcoba presidencial. Nada que se torne reprochable en un régimen pluralista. No es el caso del planeta K.

El principal pecado del vicepresidente tuvo que ver con el marketing. Penoso error en alguien que cultiva tanto esa especialidad. Su paso por Italia tuvo un perfil muy superior al de Cristina Kirchner por Ecuador y Venezuela. Fue casi una gira presidencial. Las encantadoras postales con Benedicto XVI y con Romano Prodi empeoraron todo. La relación con el Vaticano sigue sin enderezarse y la versión, adoptada como cierta en Olivos, de que el vicepresidente agilizó su encuentro con el Papa gracias a las últimas influencias romanas de Antonio Caselli, el protector político de Antonio Baseotto, oscureció la escena.

La amistad con Prodi no debería molestar. Salvo que el primer ministro italiano resolvió, como todos los líderes internacionales, viajar a Brasil y a Chile sin pisar Buenos Aires.

Para completar su pasable disidencia estética, Scioli volvió a Buenos Aires y se insubordinó asistiendo a programas televisivos que el Presidente les tiene prohibidos a los suyos.

Esta independencia casi desafiante obligó al Gobierno a detener su proceso de unción como candidato. Si cuando confiaba en la absoluta subordinación de su segundo, Kirchner ya se disponía a seleccionar hasta el último candidato a legislador provincial, ahora que Scioli se niega a convertirse en un gobernador-bonsai todo el programa es sometido a revisión.

Por si faltaba algo: el próximo gobernador de Buenos Aires será alguien a quien el gobierno nacional debe confiar la administración de importantes recursos, debido a la crisis fiscal que padece el distrito. Es común que los hombres confíen en sus esposas a la hora de manejar recursos escasos. Otra razón para que Kirchner cavile en estas horas sobre otro itinerario para retener el poder.