Argentina y Uruguay se reúnen en Madrid para dialogar sobre la guerra de las papeleras
El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, recibe hoy a las delegaciones argentina y uruguaya que iniciarán en Madrid el primer diálogo directo en un año sobre el conflicto que divide a ambos países, provocado por la construcción de una planta de celulosa en la zona uruguaya del río Uruguay, frontera natural de los dos territorios.
El presidente de Argentina, Néstor Kirchner, y el de Uruguay, Tabaré Vázquez, pidieron al Rey Juan Carlos en la Cumbre Iberoamericana celebrada el año pasado en Montevideo que ejerciera una labor de buenos oficios en la disputa, que se remonta a hace más de tres años. Argentina teme que la fábrica de papel contamine el río, afecte a la calidad del aire y reste atractivo turístico a la ciudad de Gualeguaychú, por lo que ha pedido que se suspendan las obras. Uruguay mantiene que no acepta una negociación sobre el conflicto mientras Argentina siga presionando con cortes en los puentes que unen los dos países. "Con puentes cortados no hay negociación", ha insistido Tabaré Vázquez.
La diplomacia española ejercerá un papel de facilitador en el encuentro, pero no de mediador, dado que no presentará propuestas, sino que se limitará a propiciar el diálogo entre ambas partes. La presencia de algún representante del Gobierno español en las reuniones de trabajo dependerá de si así lo quieren los protagonistas de la cita.
El Rey ha enviado cartas a ambos presidentes para incitar a los países a crear un nuevo clima de diálogo. El embajador español ante la ONU, Juan Antonio Yañez Barnuevo, ha visitado en varias ocasiones Finlandia, país de la empresa Botnia que está construyendo la planta de celulosa.
Moratinos se reunirá por la tarde en el Palacio de Santa Cruz con los representantes personales de los presidentes argentino y uruguayo. El ministro ofrecerá una cena a las delegaciones, quienes comenzarán las reuniones de trabajo el jueves y las prolongarán hasta el viernes en la Quinta del Pardo.
El diálogo consta de una "agenda abierta", según fuentes de la diplomacia española. La idea es que cada uno exponga sus puntos de vista y después se esfuercen en buscar procedimientos para entrar en una nueva fase de diálogo que facilite el entendimiento.
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